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24 mar 2012
27 ago 2011
Marta Taboada
Por
Paula Carri

Hoy fue el día. Hoy fuimos.
Nunca me invitaron a un funeral con tanta anticipación, había pensado (por esos chistes tontos en los que una se refugia para escapar del dolor) cuando recibí hace como 15 días, el mail de mi cuñada, Marta Dillon y de sus hermanos Andrés, Santiago y Juan, en el que nos invitaban a compartir el glorioso momento en que, finalmente -luego de 35 de ser asesinada y desaparecida por la última dictadura militar argentina- los restos de su madre serían despedidos y enterrados en el cementerio de La Reja.
La mamá de Marta, Marta Taboada, abogada y maestra, fue secuestrada el 28 de octubre de 1976 junto a los también desaparecidos e identificados Juan Carlos Arroyo y la embarazada Gladys Del Valle, todos militantes del peronismo revolucionario.
El grupo fue fusilado el 3 de febrero de 1977. Sus restos fueron exhumados del cementerio de San Martín, donde habían sido enterrados como NN en 1984, aunque recién se los identificó en el último año.
Llegó el día y estaban hoy, allí presentes con nosotros, los amigos de mi padre y madre: Eduardo Luis y Lali, Jorge y Susy, Eduardo y Lila, Norma.
La urnita era blanca, con dibujos y apliques de colores, más hermosa imposible.
“Hoy es un día de dolorosa alegría”, dijo el secretario de Derechos Humanos Eduardo Luis Duhalde, gran amigo junto a su esposa, de Marta Taboada.
Hoy fue el entierro. Hoy, de algún modo, en su urnita blanca volvió Marta Taboada, para descansar en paz.
Lo mejor sobre el tema pueden leerlo en la nota de Raquel Robles: "Porque Marta no es más la hija de una desaparecida, Marta es la hija de Marta Taboada. Que murió fusilada una noche de verano en el barrio de Ciudadela. Junto a otros compañeros y compañeras. Y que será puesta en su última y definitiva morada en el cementerio de La Reja." , sigue aquí.
Y en las dos de Marta. (Uno, Dos: “¿Quién hizo la reducción?”, preguntó, por ejemplo, el empleado del cementerio donde finalmente será inhumada. “El tiempo”, contestamos casi a coro mi hija y yo frente a su mirada atónita mientras mi prima, que nos acompañaba, emitía una breve carcajada. El hombre insistió: “¿Qué cochería la trae?”, “ninguna, vendrá en su urna, montada en un camión y esperamos que acompañada por música y banderas”.
9 may 2011
Cátedra Libre de Derechos Humanos UBA
Por
Paula Carri

EL viernes se realizó el acto de entrega a sus familiares de la copia digitalizada de la documentación de estudiantes, docentes y no docentes de la Facultad de Filosofía y Letras, desaparecidos y asesinados por el accionar del Estado Terrorista.
También se inauguró un nuevo mural con sus nombres.
Desde el año 2006, a propuesta y con la participación de docentes y estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras se estuvo desarrollando, en el marco de la Cátedra Libre de Derechos Humanos de la UBA con sede en esa Facultad, el proyecto de investigación "Universidad y Dictadura, una experiencia de reconstrucción colectiva de la memoria histórica en la Facultad de Filosfía y Letras".
Éste proyecto procura profundizar y ampliar la tarea iniciada por el Centro de Estudiantes en 1995, con la elaboración de la lista de estudiantes, graduados, docentes y no docentes de la Facultad desaparecidos y asesinados por el accionar del Estado Terrorista, la recuperación de sus historias de vida y de su protagonismo en las luchas sociales y políticas en nuestro país.
La tarea de digitalización de la documentación existente en la Facultad se realizó, y una copia fueron entregados a sus familiares para que puedan conservar las huellas de sus pasos por el ámbito académico.
Es impresionante, impensable, el trabajo que realizó Graciela Daleo, directora del proyecto y su equipo. A ellos un enorme agrdecimiento. Graciela fue quien nos entregó a mis hijos, mis hermanas, mi sobrino y a mí misma las cuatro carpetas de archivos de mi padre Roberto Carri (era sociólogo) y las dos de mi madre, Ana María Caruso (Profesora de Letras). EN la época en q estudiaron, Sociología y Psicología funcionaban allí. EN las carpetas hay exámenes, constancias de certificados de salud, pedidos de materias aprobadas para presentar en sus trabajos, constancia de vacunación (firmada por mi abuelo, que era médico), más exámenes, salarios familiares (en su rol de profesor) y hasta alguna disidencia con las autoridades).
Un aula 108 repleta de gente, caras conocidas, compañeras y compañeros de ellos, amistades, la directora del colegio donde mi madre había dado clases, un mural enorme donde estaban sus fotos, mis hijos aferrados al material y la pregunta asombrada del mayor: Cómo hacían para tener tiempo para tanto?: carrera, militancia, notas buenas, hijas, trabajo... "Si el cerebro es un músculo, esa generación lo tenía muy bien entrenado", le dije.
Y nos fuimos con 6 carpetas y 2 dvds con todo ese material digitalizado. En medio de la desaparición y la no aparición de cuerpos, objetos, hogar, abuelos de mis hijos, esos materiales nos sonaron tan completos, tan únicos, tan valiosos.
24 mar 2011
El 24 de marzo en Internet
Por
Paula Carri

Yo también había visto esta mañana el Doodle, la tradicional customización del logo de Google en su página principal, para recordar determinadas fechas. Recordaba el nacimiento del mago Harry Houdini. Los doodles se crean desde Estados Unidos y ellos definen las fechas a conmemorar en la página principal.
Al rato, uno de mis contactos vía Facebook me compartió este texto del Blog de Google para América Latina.
Ante algunas críticas (y sin duda revalorizando la importancia de rememorar el 24 de marzo en nuestro país), Google quitó el doodle de su página principal y dejó el logo tradicional.
Sobre las repercusiones en las redes de la vuelta al logo tradicional, pude leer, por ejemplo: "24/3: YO MARCHO CON LA COLUMNA DE GOOGLE!"
Para el año que viene, podríamos ver en la Página de Google un logo asociado al Nunca Más, por ejemplo? Sería muy bueno, no sólo para las generaciones mayores, sino para la juventud e infancia, por una contribución a la gestión educativa sobre nuestra historia nacional.
"Una pequeña tormenta digital se desató este 24 de marzo en Argentina como consecuencia de un ¨doodle¨ publicado en nuestra página principal y con el que recordábamos el 137 aniversario del nacimiento de Harry Houdini, un mago que maravilló al mundo con su habilidad y destreza.
Pero el 24 de marzo de 1976 fue el día que los militares tomaron el poder por la fuerza y desataron una de las más trágicas páginas de la historia de este país y de todo el continente, reprimiendo y haciendo desaparecer a miles de personas." (sigue en el Blog de Google para América Latina)
23 mar 2010
Día Nacional de la Memoria
Por
Paula Carri
Los recuerdo todos los días, porque los llevo en mi piel, en mi alma y hasta en mi inconsciente. Los llevo conmigo.
Pero hoy, que es el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, también los recuerdo aquí en este blog.
Hoy es un día que re-conozco especialmente, por lo que sucedió el 24 de febrero de 1977.
Igual, tengo que decir que esta vez me sentí acompañada... por las circunstancias, por cómo hablaron de lo que pasó en el colegio de mis hijos, por el homenaje en Facebook, no sé...
Bueno... en la parte superior de este post hay unos minutos de la película "Los Rubios", un ícono en el tema memoria histórica sobre "desaparecidos", dirigida por una de mis hermanas.
Aquí debajo, el relato y los datos en Desaparecidos.org
Roberto Carri- Ana María Caruso de Carri:
"Roberto y Ana María tenían 25 años. Estaban casados y tenían tres hijas: Andrea, Paula y Albertina.
Roberto era un eminente sociólogo, ensayista social, profesor y periodista. Entre sus obras se encuentra Isidro Velázquez, "Sindicatos y poder en la Argentina", "Argentina: Estado y liberación nacional" y "Las luchas del peronismo contra la dependencia".

Ana María había egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Era profesora de letras y latín.
Ana María y Roberto se conocieron en 1961, compartían ideales políticos, ambos eran peronistas. En los '70 se unieron a la organización Montoneros. Roberto era responsable de la Columna Sur de Montoneros.
La pareja fue secuestrada de su domicilio en Hurlingham. Sus tres hijas fueron retiradas por familiares de la Comisaría de Villa Tesei. Ana María y Roberto fueron llevados al C.C.D. Sheraton o Embudo que funcionó en la Comisaría de Villa Insuperable, ubicada en la esquina de las calles Tapalqué y Quintana, partido de La Matanza .
A los diez días del secuestro, Ana María llamó por primera vez a casa de sus padres. Hubo otras llamadas y, en una ocasión los dos pudieron entrevistarse con sus hijas en la plaza de San Justo. A partir del mes de julio del mismo año se estableció un intercambio de correspondencia entre los secuestrados y la familia. Tanto en ocasión de la entrevista como para el acercamiento de las cartas, quien actuó como intermediario fue un hombre que era llamado «Negro» o «Raúl». Todo el contacto terminó en diciembre de 1977.
Su hija Albertina, que tenía 4 años cuando sus padres fueron secuestrados, se convirtió en directora de cine y dirigió la película Los Rubios, sobre sus padres (así los llamaban los vecinos).
Ficha del "Nunca Más"
Se realizó el homenaje a Roberto Carri a 30 años de su secuestro y desaparición"
20 mar 2010
Homenaje a los desaparecidos de Argentina en Facebook
Por
Paula Carri

Como parte de la conmemoración de cumplirse el 34 aniversario del ultimo golpe de estado en Argentina, que dejó aproximadamente 30.000 personas desaparecidas (secuestradas y en muchos casos sin aparición de los cuerpos), en la red social Facebook está teniendo alta aceptación la propuesta de quitar las fotos de los perfiles. Así cada usuario aparecerá con la silueta que, por default, aparece cuando no se seleccioan ninguna fotografía. La elección de falta de imagen es hasta el 24 de marzo. Esta fecha declarada Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia por ley 25.633 del Congreso Nacional en conmemoración de quienes resultaron víctimas del golpe militar que derrocó a la ex presidenta María Estela Martínez de Perón.
Por su parte, la idea de la propuesta en Facebook es tener una idea aproximada de cómo sería que "seres queridos se ausenten todos juntos". "un mundo sin pasado es un mundo sin futuro", es uno de los comentarios que, sobre el tema, pueden leerse en la red social.
Más opciones de "no foto":


24 feb 2010
24 de febrero
Por
Paula Carri
No me gusta hablar del tema. Porque es doloroso, porque no quiero que me acusen de victimizarme y porque es privado. Bah, eso es relativo, porque hoy salió el recordatorio en Página12 y porque cualquiera puede enterarse si lo googlea.
Un 24 de febrero, de 1977, en plena dictadura, Ana María Caruso y Roberto Eugenio Luis Carri, es decir, mis padres- y de mis hermanas-, fueron secuestrados por fuerzas militares, policiales y paramilitares.
Ese día, -y los siguientes- me fui desprendiendo de mi infancia a fuerza de sufrir la ausencia de mis progenitores. Porque aunque la familia acompañe, no dejamos de sentirnos solas, cuando, siendo niñas, nos arrancaron literalmente de los brazos de quienes nos dieron vida.
Debo decir, también, que sin más trámite nos entregaron a nuestros abuelos paternos cual un paquete, pero sin maltratos (más que el enorme "maltrato" de separarnos de Ana y Roberto).
Debo decir que -ingenuamente aún- con mi hermana mayor, al día siguiente, nos llevamos a la habitación en la casa de mis abuelos el diario La Nación y nos leimos todos los avisos fúnebres. Porque en ese entonces pensábamos que así de lógico era el mundo: que si alguien moría, o lo mataban, iba a aparecer al día siguiente en los fúnebres de La Nación. Pero no. No aparecieron ahí. No aparecieron en ninguna parte, nunca más.
Luego crecimos, cada una de las tres hizo su vida y aquí me tienen, contándoles un pedacito de mí. A veces bien, a veces triste. Como hoy, cuando recuerdo el amor infinito que nos prodigaron y la ausencia de ellos que padezco yo, la ausencia de ellos que padecen sus nietos. Pero recordándolos, a su vez, en el modo de caminar y en la inteligencia de uno de mis hijos. En la vitalidad del otro. En el dejo de rebeldía que me queda cuando preguntan en un documento público si mis padres viven y pongo "no sé" o "desconozco".
Y un último párrafo para los que construyeron, construimos, pese al dolor: Por más cosas que le critique al gobierno actual -y al anterior- lo que hizo por los Derechos Humanos -con más autobombo o menos, con más transparencia o menos- es invalorable. Lo que hicieron y hacen le da mucha paz a mis hijos y a mí.
Lo que hizo mi hermana, Albertina Carri, con su film Los Rubios -aunque haya más o menos acuerdo en su postura- también contribuyó mucho.
Por mi parte, trato de vivir una vida normal. Les aseguro que no es poco.
Un 24 de febrero, de 1977, en plena dictadura, Ana María Caruso y Roberto Eugenio Luis Carri, es decir, mis padres- y de mis hermanas-, fueron secuestrados por fuerzas militares, policiales y paramilitares.
Ese día, -y los siguientes- me fui desprendiendo de mi infancia a fuerza de sufrir la ausencia de mis progenitores. Porque aunque la familia acompañe, no dejamos de sentirnos solas, cuando, siendo niñas, nos arrancaron literalmente de los brazos de quienes nos dieron vida.
Debo decir, también, que sin más trámite nos entregaron a nuestros abuelos paternos cual un paquete, pero sin maltratos (más que el enorme "maltrato" de separarnos de Ana y Roberto).
Debo decir que -ingenuamente aún- con mi hermana mayor, al día siguiente, nos llevamos a la habitación en la casa de mis abuelos el diario La Nación y nos leimos todos los avisos fúnebres. Porque en ese entonces pensábamos que así de lógico era el mundo: que si alguien moría, o lo mataban, iba a aparecer al día siguiente en los fúnebres de La Nación. Pero no. No aparecieron ahí. No aparecieron en ninguna parte, nunca más.
Luego crecimos, cada una de las tres hizo su vida y aquí me tienen, contándoles un pedacito de mí. A veces bien, a veces triste. Como hoy, cuando recuerdo el amor infinito que nos prodigaron y la ausencia de ellos que padezco yo, la ausencia de ellos que padecen sus nietos. Pero recordándolos, a su vez, en el modo de caminar y en la inteligencia de uno de mis hijos. En la vitalidad del otro. En el dejo de rebeldía que me queda cuando preguntan en un documento público si mis padres viven y pongo "no sé" o "desconozco".
Y un último párrafo para los que construyeron, construimos, pese al dolor: Por más cosas que le critique al gobierno actual -y al anterior- lo que hizo por los Derechos Humanos -con más autobombo o menos, con más transparencia o menos- es invalorable. Lo que hicieron y hacen le da mucha paz a mis hijos y a mí.
Lo que hizo mi hermana, Albertina Carri, con su film Los Rubios -aunque haya más o menos acuerdo en su postura- también contribuyó mucho.
Por mi parte, trato de vivir una vida normal. Les aseguro que no es poco.
3 nov 2008
Perder ganó
Por
Paula Carri

La escritora argentina Raquel Robles, ganadora del premio Clarin de novela (que contó con un jurado en el que se destacaba el Nobel José Saramago) con su obra Perder -donde se relata el dolor de una madre ante la pérdida de un hijo-, tiene una historia particular. Es por eso que, con motivo de su premio, algunos de sus compañeros de H.I.J.O.S (Hijos por la identidad y la justicia contra el olvido y el silencio) escribieron una nota conjunta que vale la pena leer:
"¿Ganar o perder? Los polos opuestos se atraen y eso lo sabemos muy bien. Raquel Robles es hoy flamante ganadora del Premio Clarín de Novela 2008. Su obra, Perder, presenta a la autora como ganadora pero... ¿cuánto podemos decir de su pérdida? De nuestra pérdida.
Porque fue por la pérdida que nos encontramos y así, perdiendo, crecimos juntos. Y eso es todo ganancia.
Hace 15 años comenzamos a mirarnos a los ojos, a ver y observar con profundidad. No podíamos encontrar por ningún lado a nuestros padres. ¿Estaban perdidos? No. Habían perdido. Sí. ¿Si? En definitiva, cuando te pasa algo así, esa ausencia se transforma en derrota y así nos encontramos, perdiendo, desde hace mucho tiempo.
Perdimos a nuestros viejos, pero tan sólo eso sería insignificante. Porque además de perder su abrigo, perdimos su espíritu; nos lo robaron, mejor dicho. Nos quisieron robar sus nombres y sus rostros. Sus sueños. Y sobre todo el futuro.
Pero la pérdida no implica no ganar.
Porque ganar va implícito en cada acto de la vida, si se lo busca. Y para buscarlo es que nos encontramos. Y empezamos a caminar. A reconocernos en nuestras historias y a reconocer que, para ganar nuestra historia, era imprescindible apretarnos fuerte. Brazo con brazo, hombro con hombro. Eso hicimos. Poniendo la mira sobre un objetivo claro: pelear contra la impunidad.
Ganamos. Encontramos ese proyecto por el que lucharon nuestros compañeros y compañeras. Nos reconocimos en sus ideales y los asimilamos como parte de cada uno. Ganamos madurez y crecimos como personas, como colectivo y como actor político. Y junto a esta victoria fuimos conociendo a Raquel. Ganadora desde el primer día. Dispuesta a perder, pero jugando a fondo y sin mezquindades.
Hoy se la premia como escritora, como novelista, pero debemos decir que en el brillo de la estatuilla o en el de sus ojos encontramos no sólo palabras brillantes o una buena historia con sentimiento. Porque en Raquel, además, hallamos una novela de derrotas y victorias. El compromiso por una lucha que trasciende generaciones. Una lucha por la dignidad. Este premio tiene un pañuelo blanco sobre la frente. Es un grito, alarido de los despojados, consuelo de los humildes. Es una denuncia desesperada Por los que no tienen techo o mueren bajo las balas del gatillo fácil. Para los que escondemos tras las rejas o desterramos con el paco.
A cada integrante de la agrupación puede gustarle o no la novela Perder, pero si buscamos una crítica común, una que lleve las posiciones del conjunto, esa síntesis que tiene que incluir a todos y a todas, caeríamos sin lugar a dudas en un melancólico ejercicio de memoria que nos dejaría moqueando por una largo rato. Porque precisamente esa es una de las grandes virtudes de Raquel. La síntesis colectiva. Su palabra conciliadora ante las posturas más distantes, su claridad política para mostrar un panorama mucho más amplio al contemplado y su adicción por la justicia.
Así es que con cada palabra de nuestra compañera encontramos la construcción de un relato común, de un mismo posicionamiento ante la vida, de una filosofía de lucha. Un cuento de múltiples autores. Ninguno anónimo. Todos forman parte de la organización H.I.J.O.S. Los que hoy estamos y los que están volviendo. Cada distinción nos enorgullece. Las que van al colectivo o las que reciben los compañeros y compañeras en forma personal. Eslabones de una misma Identidad, se enriquecen mutuamente y se disfrutan como una única verdad.
Hace algún tiempo esta entrañable compañera decidió seguir su propio rumbo, con el mismo horizonte y con la plena convicción de llevarse consigo todo nuestro apoyo y deseos de fortuna. Nos dejó con el vértigo de tener que poner en palabras lo que piensa un colectivo. Quedamos con la difícil tarea de suplantar una tinta punzante y en colores.
Este artículo no pretende ser un homenaje a Raquel Robles. Intentamos en su persona reconocer a todos los compañeros y compañeras que triunfan en sus vidas dejando bien alto el nombre de esta agrupación. Sabemos que si ella lo lee va a darse cuenta de que seguimos siendo los mismos. Verá que la extrañamos y que también la necesitamos.
Necesitamos que siga con esa fuerza. La que nos marca que todavía podemos Perder. Que Julio López no está y que muchos genocidas se siguen muriendo impunes. Fuerza que nos muestra que para ganar hay que arriesgarse y que tomar la voluntad de hacerlo es más importante que cualquier resultado. Porque si junto a Raquel no hubiéramos salido a escrachar a los genocidas, leyendo los discursos discutidos por todos pero escritos por ella, hoy no podríamos llorar al ver que ratas como Bussi lloran, pero entre rejas. Porque mientras no sepamos qué pasó con cada uno de nuestros desaparecidos, vamos a seguir necesitando de alguien que nos cuente un cuento, que los pinte grandes y que los traiga al recuerdo. Porque mientras sean los apropiadores de nuestros hermanos los que nos entreguen los premios, nobleza obliga, vamos a seguir escribiendo esta novela viva del Juicio y Castigo.
No nos vamos a engañar. A veces perder y ganar van de la mano. De eso se trata esta nota.
Perdemos porque nos duele la ausencia La de nuestros compañeros pero por sobre todo la de una sociedad que no puede entender que entregar premios no limpia los delitos.
Ganamos porque la compañera se lo merece. Ganamos porque este premio nos devuelve energía para seguir luchando, nos muestra que lo imposible sólo tarda un poco más y que ya estamos un pasito más cerca.
Porque más allá de si logramos llegar o no, lo importante es transitar este recorrido, sabiendo que se puede perder o se puede ganar.
Lo que no se puede es dejar de escribir.
Gracias Raquel."
La carta fue publicada originalmente en ElArgentino.com
18 sept 2008
29 ago 2008
Justicia en Tucumán
Por
Paula Carri
Ayer los represores Antonio Domingo Bussi y Luciano Benjamín Menéndez fueron condenados a reclusión y prisión perpetua por delitos de lesa humanidad, cometidos durante la última dictadura militar argentina. Luego, hubo algunos disturbios porque los reclusos cumplirán la pena en arresto domiciliario. Antes, como sucedió en el caso Von Wernich, la víctima fue agraviada y puesta en duda su integridad moral. "Buchón", dijo Bussi sobre el legislador Guillermo Vargas Aignasse, desaparecido y asesinado. Pero al temple de los que han sufrido, los familiares y deudos, no hay agravio que los agravie, no hay acusación que los perturbe. Ellos tienen la justicia.
17 dic 2007
El caso Febres
Por
Paula Carri
La presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, pasó a retiro a Carlos Fernández, Jefe de Prefectura. La confirmación del retiro se produjo hoy cuando fuentes de presidencia declararon que "las causas del relevo son múltiples".
Carlos Fernández, que ya estaba en la mira oficial por ser el que ordenó la represión a los trabajadores del Casino Flotante hace pocos días, es cuestionado por el tratamiento privilegiado que recibía el represor Héctor Febres -quien fue encontrado muerto en su celda, envenenado con cianuro sólo 4 días antes de recibir sentencia en el caso de violaciones a los derechos humanos- (entre ellas apropiación de menores).
La viuda de Febres, Stella Maris Guevara, y sus dos hijos Héctor Daniel y Sonia Marcela, se encuentran detenidos desde el viernes pasado. Ya prestaron declaración y en ella habrían manifestado dudas acerca de un "amigo" del represor. Este amigo está detenido, al igual que el Prefecto Mayor Rubén Amado Iglesias, prefecto de la Zona Delta.
Febres era uno de los represores que decidía la entrega de bebés de madres secuestradas durante la última dictadura militar argentina y conocía el destino de niños que aún no han sido recuperados por sus familias originales. El represor, durante el juicio, había manifestado "yo sólo no me voy a hacer cargo de todo". Según fuentes calificadas, la apropiaciòn de bebés llegan hasta los hijos del propio represor, sobre los cuales hay dudas acerca de su propia filiación. La hija de Febres -siempre según fuentes calificadas- habría tenido conversaciones esclarecedoras, con el propio Febres, acerca de su origen. Producto de estas conversaciones fue que recibiera amenazas con mensajes hacia su padre "recordale que el silencio es salud", le habrían dicho.
Carlos Fernández, que ya estaba en la mira oficial por ser el que ordenó la represión a los trabajadores del Casino Flotante hace pocos días, es cuestionado por el tratamiento privilegiado que recibía el represor Héctor Febres -quien fue encontrado muerto en su celda, envenenado con cianuro sólo 4 días antes de recibir sentencia en el caso de violaciones a los derechos humanos- (entre ellas apropiación de menores).
La viuda de Febres, Stella Maris Guevara, y sus dos hijos Héctor Daniel y Sonia Marcela, se encuentran detenidos desde el viernes pasado. Ya prestaron declaración y en ella habrían manifestado dudas acerca de un "amigo" del represor. Este amigo está detenido, al igual que el Prefecto Mayor Rubén Amado Iglesias, prefecto de la Zona Delta.
Febres era uno de los represores que decidía la entrega de bebés de madres secuestradas durante la última dictadura militar argentina y conocía el destino de niños que aún no han sido recuperados por sus familias originales. El represor, durante el juicio, había manifestado "yo sólo no me voy a hacer cargo de todo". Según fuentes calificadas, la apropiaciòn de bebés llegan hasta los hijos del propio represor, sobre los cuales hay dudas acerca de su propia filiación. La hija de Febres -siempre según fuentes calificadas- habría tenido conversaciones esclarecedoras, con el propio Febres, acerca de su origen. Producto de estas conversaciones fue que recibiera amenazas con mensajes hacia su padre "recordale que el silencio es salud", le habrían dicho.
9 oct 2007
Von Wernich: la Justicia y la Iglesia
Por
Paula Carri

A horas de dictarse sentencia en el juicio al ex Capellán de la Policía Bonaerense, presbítero Christian Federico Von Wernich, están pronunciándese -desde ayer- los alegatos de la querella y de la defensa. En la jornada de ayer, los querellantes pidieron la prisión perpetua del áun sacerdote de la Iglesia Católica. La fiscalía pidió la perpetua pero, en el caso de la desaparecida Morattini, pidió la absolución. Basó su pedido en un testimonio de un testigo que dijo verla trabajando en un banco en el año 1993. Además de la improbabilidad de lo declarado, la Fiscalía debería recordar que hubo una serie de búsquedas de sus familiares que incluyeron la certificación de "presunción de fallecimiento" y etc, dictaminados por la misma Justicia de la que la Fiscalía forma parte.
Con respecto a la pronunciación de la Iglesia Católica, es oportuno recordar la nota publicada por el diario New York Times, escrita por Alexis Barrionuevo el día 17 de septiembre de este año, que comienza relatando -a raiz del testimonio del cura Rubén Capitonio durante el juicio- "Hizo lo que pocos". "Con una simple cruz de madera colgándole del cuello, el sacerdote Rubén Capitonio se sentó ante el micrófono e hizo lo que pocos curas se animaron a hacer antes que él: condenar a la Iglesia Católica por su complicidad en las atrocidades cometidas durante la guerra sucia en la Argentina".
En otro párrafo de la nota, Barrionuevo contrasta la posición de la iglesia de Argentina con la de Brasil y Chile que sí condenaron públicamente los gobiernos autoritarios y "trabajaron para salvar de la tortura y la muerte a los perseguidos".
Se esperan hoy las palabras del acusado Von Wernich, en el marco del Juicio. También se espera a la Iglesia Católica, que aún no ha llegado al juicio que la tiene como protagonista. El acusado no ha sido exonerado -ni siquiera suspendido- de sus filas. Tal vez con la sentencia pronunciada, la Iglesia se anime a un sinceramiento sobre su accionar en la dictadura. Un pronunciamiento que indique que ha dejado de mirar para otro lado mientras el pueblo y la justicia se encaminan hacia la constitución de un pais en serio.
27 abr 2007
El eternauta
Por
Paula Carri

www.flickr.com
Hoy se cumplen 30 años de la desaparición del historietista argentino Héctor G. Oesterheld. El 27 de abril de 1977 fue secuestrado por orden de la última dictadura argentina y desde entonces su nombre -que debería ser reconocido sólo por sus méritos profesionales y su compromiso con la patria- pasó a integrar la triste lista del "Nunca Más".
Su máxima creación, la historieta "El Eternauta" sería llevada al cine por una productora italiana que está en tratativas con capitales argentinos y con el Incaa para realizar el film en cooproducción. En otro proyecto, la vida de su creador (y de sus 4 hijas y 2 yernos también desaparecidos) será filmada por el director nacional Gustavo Mosquera.
La historia de "El Eternauta" comienza en una casita de Vicente López donde 4 amigos juegan al truco y esa partida es la que los salva de morir por la invasión de extraños copos fluorescentes que mataban al solo contacto.
Oesterheld fue un adelantado no solo en el planteo de algunos episodios de la historieta y sus "coincidencias" con los días que luego le tocaron vivir a Argentina, sino también en cuanto a la necesidad de la inmediatez en la producción. Judith Gociol, biógrafa del autor, dijo que él tenía la capacidad de producir "mucho, rápido y bien".
"El 27 de abril de 1977, Oesterheld fue secuestrado por un grupo de tareas de las Fuerzas Armadas. Según la declaración de numerosos testigos, pasó por los centros clandestinos de detención de Campo de Mayo, "el Vesubio" y el "Sheraton". En este último, estuvo junto con otros intelectuales y artistas, como Roberto Carri y el cineasta Pablo Szir. Allí le pidieron que se hiciera cargo de una historieta sobre el ejército sanmartiniano. "Lo que hizo fue garabatear para ganar tiempo", cree Martín" y publica Clarín Conexiones. Tiempo que sus captores nunca pensaron otorgarle. Pero Juan Salvo -el personaje central de "El Eternauta" y organizador de la resistencia contra los 'Ellos'- que accede al Continum (dimensión paralela, atemporal), puede todavía convertirse en película, pasear por las calles de Buenos Aires que lo vieron nacer, jugar a los naipes, cantar retruco y alivianar la tristeza de haberse quedado, abruptamente, sin progenitor.
5 abr 2007
Rubios de mi patria
Por
Paula Carri
Tenemos que encontrar un nombre urgente para ALBERTINA, yo tenía pánico de que se me escape su nombre, me puse re nervioso.
ALBERTINA (señalando a la actriz): Además Albertina es ella, también podríamos llamarnos todos Albertina.
ASISTENTE: No, en serio, a partir de ahora te llamas Gisella
ALBERTINA: No, no me gusta.
ACTRIZ: Si yo me llamo Albertina que ella se llame Analía.
ASISTENTE: Y todos directo al psiquiátrico. No, demasiado complicado. No, a vos te decimos Analía siempre que estés fuera de escena y a ella le decimos Gisella para siempre.
ALBERTINA: No, no me gusta Gisella. Además ¿cómo vas a saber cuándo está en escena y cuándo no?
ASISTENTE: Bueno, lo lamento, pero yo me pongo muy nervioso, me tengo que acostumbrar a un nuevo nombre desde ahora si no me voy a confundir todo el tiempo.
ALBERTINA: Bien, a partir de ahora yo te voy a llamar a vos Mirta.
Extraído del libro Los Rubios- Cartografía de una película. Albertina Carri.
Alcira Argumedo: "Yo no la recuerdo como gritona a Ana, salvo lo gritona que se puede ser con los niños. Yo pasaba, la veía y ya me tentaba, no sé por qué... No había vez que no te dijera alguna maldad. La veo más bien como organizadora, no mandona, sino sobre todo una especie de monje negro que influía sobre las cátedras nacionales a través de distintos miembros."
"...(A Ana) al mismo tiempo me la acuerdo revolviendo los ñoquis...con las dos niñitas dando vueltas por ahí, más vos que eras una bebita y mientras tanto haciéndome el bocho, porque su apariencia era la de 'Susanita', pero en realidad era 'Rasputín'."
María Elisa Carri: "le encantaban los asados (a Roberto Carri), siempre estaba organizando asados y en la quinta siempre había gente de todos lados. Me acuerdo de una anécdota, con unos tallarines...Estábamos en la cocina, el que hacía el tuco era Ortega Peña, y entre los dos decían: 'Como nadie sabe lo que estamos haciendo, le ponemos un poco de diario Crónica al tuco'. El tuco fue a la mesa y nadie se dio cuenta de lo que estaban comiendo. Entre todo eso, diario."
Jorge Carri: "Había muchos personajes ahí, gente que iba. Uno de sobrenombre Patín, medía 1.60, 1.50 y pico, entre Ortega Peña y Robertito le decían: 'cuando seamos gobierno te vamos a nombrar jefe de policía' y Patín se enloquecía. Un día me acuerdo que le hicimos un juicio. El juez era Ortega Peña y había testigos, era porque le gustaba una chica. Estuvimos una semana con el juicio a Patín, pasaban testigos... Al final lo absolvimos."
Extraído del libro Los Rubios- Cartografía de una película.Albertina Carri
ALBERTINA (señalando a la actriz): Además Albertina es ella, también podríamos llamarnos todos Albertina.
ASISTENTE: No, en serio, a partir de ahora te llamas Gisella
ALBERTINA: No, no me gusta.
ACTRIZ: Si yo me llamo Albertina que ella se llame Analía.
ASISTENTE: Y todos directo al psiquiátrico. No, demasiado complicado. No, a vos te decimos Analía siempre que estés fuera de escena y a ella le decimos Gisella para siempre.
ALBERTINA: No, no me gusta Gisella. Además ¿cómo vas a saber cuándo está en escena y cuándo no?
ASISTENTE: Bueno, lo lamento, pero yo me pongo muy nervioso, me tengo que acostumbrar a un nuevo nombre desde ahora si no me voy a confundir todo el tiempo.
ALBERTINA: Bien, a partir de ahora yo te voy a llamar a vos Mirta.
Extraído del libro Los Rubios- Cartografía de una película. Albertina Carri.
Alcira Argumedo: "Yo no la recuerdo como gritona a Ana, salvo lo gritona que se puede ser con los niños. Yo pasaba, la veía y ya me tentaba, no sé por qué... No había vez que no te dijera alguna maldad. La veo más bien como organizadora, no mandona, sino sobre todo una especie de monje negro que influía sobre las cátedras nacionales a través de distintos miembros."
"...(A Ana) al mismo tiempo me la acuerdo revolviendo los ñoquis...con las dos niñitas dando vueltas por ahí, más vos que eras una bebita y mientras tanto haciéndome el bocho, porque su apariencia era la de 'Susanita', pero en realidad era 'Rasputín'."
María Elisa Carri: "le encantaban los asados (a Roberto Carri), siempre estaba organizando asados y en la quinta siempre había gente de todos lados. Me acuerdo de una anécdota, con unos tallarines...Estábamos en la cocina, el que hacía el tuco era Ortega Peña, y entre los dos decían: 'Como nadie sabe lo que estamos haciendo, le ponemos un poco de diario Crónica al tuco'. El tuco fue a la mesa y nadie se dio cuenta de lo que estaban comiendo. Entre todo eso, diario."
Jorge Carri: "Había muchos personajes ahí, gente que iba. Uno de sobrenombre Patín, medía 1.60, 1.50 y pico, entre Ortega Peña y Robertito le decían: 'cuando seamos gobierno te vamos a nombrar jefe de policía' y Patín se enloquecía. Un día me acuerdo que le hicimos un juicio. El juez era Ortega Peña y había testigos, era porque le gustaba una chica. Estuvimos una semana con el juicio a Patín, pasaban testigos... Al final lo absolvimos."
Extraído del libro Los Rubios- Cartografía de una película.Albertina Carri
24 mar 2007
24 de marzo
Por
Paula Carri
22 mar 2007
Grupo de familia
Por
Paula Carri
Se llevarán a cabo dos actos en conmemoración de los 30 años de la desaparición del sociólogo Roberto Carri. El primero es hoy jueves 22 a las 18,30 en la Biblioteca Nacional -sala Augusto Cortázar- Agüero 2502.
En la disertación serán oradores Horacio González -Director de la Biblioteca Nacional-, Eduardo L. Duhalde -Secretario de Derechos Humanos de la Nación-, Lucas Rubinich -docente de la facultad de Ciencias Sociales, UBA- y Fabián Nigra -docente de la facultad de Filosofía y Letras, UBA-.
El segundo acto es este viernes 23 de marzo a las 20,30 hs. en la Facultad de Ciencias Sociales, sede Parque Centenario -Franklin 54-. Habrá, en esta oportunidad, una charla-debate con Horacio González, la socióloga Alcira Argumedo y el sociólogo y ensayista Hugo Chumbita.
El sociólogo Roberto Carri fue secuestrado junto con su esposa, Ana María Caruso, por la última dictadura argentina.
Integró las revolucionarias "cátedras nacionales" de la UBA. Su libro más difundido es "Isidro Velázquez, Formas prerevolucionarias de la violencia" -Editorial Colihue, reedición 2001-
Roberto y Ana María fueron los padres de la cineasta Albertina Carri.
Nunca se logró saber el destino final del matrimonio ni sus cuerpos han podido ser recuperados.
En la disertación serán oradores Horacio González -Director de la Biblioteca Nacional-, Eduardo L. Duhalde -Secretario de Derechos Humanos de la Nación-, Lucas Rubinich -docente de la facultad de Ciencias Sociales, UBA- y Fabián Nigra -docente de la facultad de Filosofía y Letras, UBA-.
El segundo acto es este viernes 23 de marzo a las 20,30 hs. en la Facultad de Ciencias Sociales, sede Parque Centenario -Franklin 54-. Habrá, en esta oportunidad, una charla-debate con Horacio González, la socióloga Alcira Argumedo y el sociólogo y ensayista Hugo Chumbita.
El sociólogo Roberto Carri fue secuestrado junto con su esposa, Ana María Caruso, por la última dictadura argentina.
Integró las revolucionarias "cátedras nacionales" de la UBA. Su libro más difundido es "Isidro Velázquez, Formas prerevolucionarias de la violencia" -Editorial Colihue, reedición 2001-
Roberto y Ana María fueron los padres de la cineasta Albertina Carri.
Nunca se logró saber el destino final del matrimonio ni sus cuerpos han podido ser recuperados.
19 mar 2007
¿Donde?
Por
Paula Carri
Los recuerdos son más astutos que una rata. Se esconden, se escabullen. Y un día, vuelven.
Cuando secuestraron a Roberto y Ana -en Buenos Aires, 1977-, mi hermana Andrea y yo despertamos en lo de mis abuelos paternos (a quienes nos habían entregado los militares) buscando La Nación, sección avisos fúnebres. Buscábamos los nombres de nuestros padres bajo una cruz. Estábamos también con mi hermana menor. 13, 11 y 3 años eran nuestras edades. Ya sabíamos que había desapariciones. Roberto y Ana nos habían informado de ello, también de los riesgos de vida. También que había militantes que estaban en cautiverio hacía un tiempo. Pero nosotras los buscábamos en los fúnebres. En la calle cada vez que salíamos. En cada noticia que daban en la tv. En cada llamado telefónico. Y en cada timbre que sonaba en la casa de los familiares por los que deambulamos hasta que fuimos a parar al campo.
El contexto, político sobre todo, en el cual desapareció Jorge Julio López no es igual que el de fines de la década del 70. Pero López también desapareció. No está en ninguna parte, dijo Videla una vez.
La sensación -de mierda- de estar en la nada, frente al secuestro de un ser querido, era dolorosa. Pero luego lo fue mucho más." Lo peor es la incertidumbre", escuché decir a los familiares de López hace dos días, negando lo que, tal vez, ya sea un hecho. No hay certeza, no hay cadáver, no hay noticias. No se quiere afirmar. No se puede afirmar, en relación a los 6 meses de la desaparición de López. Porque resulta increíble, inconcebible. Porque estamos en democracia. Hace rato. Porque el de López no era el primer testimonio de los Juicios de la Verdad. Porque, ¿quién subestimó los riesgos: El Estado, el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, los organismos de derechos humanos, todos los ciudadanos?
El otro recuerdo-rata me lo manda mi hermana Albertina por mail. Van a editar un libro con confesiones de personas de la cultura, o algo así. Ella, junto a sus confidencias, seleccionó fragmentos de la correspondencia que tuvimos con nuestros padres mientras estaban secuestrados. En la carta que les escribí, les cuento, detalladamente, nuestros horarios en el campo. Y ahí va llegando el recuerdo, como un tornado esta vez. Me aturde por un rato y no me deja identificar contextos, cuerpos, momentos políticos.
Mi finalidad era tener un contacto con mis progenitores. No podía tenerlos conmigo, no podía verlos, no podía saber dónde estaban ni cómo. Pero -si la carta les llegara- ellos podrían saber que nosotras a las 9 estaríamos desayunando, que a las 10 haríamos gimnasia, que a la 1 almorzaríamos. Que si el día fuera lindo estaríamos en la pileta a las 16. Yo había pensado: tal vez ellos no estuvieran tan vencidos y pudieran pensar en nosotras cuando desayunábamos. Cuando nadábamos. Cuando yo pensaría, a las 16, que me imaginaban nadando. Mientras nadaba. Y me sentiría menos sola. Sería la única certeza recíproca que tendríamos.
Ahora el tornado me suelta y yo digo: Madre, viste, "la chiquita" -como todavía le dice Andrea mientras yo me enojo- va con sus películas a Cannes. Padre, tranquilo, que hay niños varones en la familia.
Son las 9. Desayunamos.
Padres, ¿está acaso López ahí?
.
.
Cuando secuestraron a Roberto y Ana -en Buenos Aires, 1977-, mi hermana Andrea y yo despertamos en lo de mis abuelos paternos (a quienes nos habían entregado los militares) buscando La Nación, sección avisos fúnebres. Buscábamos los nombres de nuestros padres bajo una cruz. Estábamos también con mi hermana menor. 13, 11 y 3 años eran nuestras edades. Ya sabíamos que había desapariciones. Roberto y Ana nos habían informado de ello, también de los riesgos de vida. También que había militantes que estaban en cautiverio hacía un tiempo. Pero nosotras los buscábamos en los fúnebres. En la calle cada vez que salíamos. En cada noticia que daban en la tv. En cada llamado telefónico. Y en cada timbre que sonaba en la casa de los familiares por los que deambulamos hasta que fuimos a parar al campo.
El contexto, político sobre todo, en el cual desapareció Jorge Julio López no es igual que el de fines de la década del 70. Pero López también desapareció. No está en ninguna parte, dijo Videla una vez.
La sensación -de mierda- de estar en la nada, frente al secuestro de un ser querido, era dolorosa. Pero luego lo fue mucho más." Lo peor es la incertidumbre", escuché decir a los familiares de López hace dos días, negando lo que, tal vez, ya sea un hecho. No hay certeza, no hay cadáver, no hay noticias. No se quiere afirmar. No se puede afirmar, en relación a los 6 meses de la desaparición de López. Porque resulta increíble, inconcebible. Porque estamos en democracia. Hace rato. Porque el de López no era el primer testimonio de los Juicios de la Verdad. Porque, ¿quién subestimó los riesgos: El Estado, el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, los organismos de derechos humanos, todos los ciudadanos?
El otro recuerdo-rata me lo manda mi hermana Albertina por mail. Van a editar un libro con confesiones de personas de la cultura, o algo así. Ella, junto a sus confidencias, seleccionó fragmentos de la correspondencia que tuvimos con nuestros padres mientras estaban secuestrados. En la carta que les escribí, les cuento, detalladamente, nuestros horarios en el campo. Y ahí va llegando el recuerdo, como un tornado esta vez. Me aturde por un rato y no me deja identificar contextos, cuerpos, momentos políticos.
Mi finalidad era tener un contacto con mis progenitores. No podía tenerlos conmigo, no podía verlos, no podía saber dónde estaban ni cómo. Pero -si la carta les llegara- ellos podrían saber que nosotras a las 9 estaríamos desayunando, que a las 10 haríamos gimnasia, que a la 1 almorzaríamos. Que si el día fuera lindo estaríamos en la pileta a las 16. Yo había pensado: tal vez ellos no estuvieran tan vencidos y pudieran pensar en nosotras cuando desayunábamos. Cuando nadábamos. Cuando yo pensaría, a las 16, que me imaginaban nadando. Mientras nadaba. Y me sentiría menos sola. Sería la única certeza recíproca que tendríamos.
Ahora el tornado me suelta y yo digo: Madre, viste, "la chiquita" -como todavía le dice Andrea mientras yo me enojo- va con sus películas a Cannes. Padre, tranquilo, que hay niños varones en la familia.
Son las 9. Desayunamos.
Padres, ¿está acaso López ahí?
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15 mar 2007
Perfil
Por
Paula Carri
Recibí un mail de la periodista Lila Pastoriza donde me reenvía la carta aclaratoria de Ana Longoni al Diario Perfil. La raiz del tema son supuestos dichos -acerca de las confesiones bajo presión de los secuestrados durante la dictadura militar argentina- que la investigadora no reconoce como propios.
Lila es la Directora, junto con María Moreno, de la colección Militancias de Editorial Norma, que publicó recientemente el libro de Longoni "Traiciones. La figura del traidor en los relatos de los sobrevivientes de la represión".
Los hechos son que Ana Longoni brindó una entrevista al suplemento El Observador, del diario Perfil que fue publicada el domingo último. Al parecer el periodista Juan Terranova (autor de la nota) puso en su boca palabras que ella no dijo.
¿Serán errores de edición o malasintenciones? No es menor que un análisis sobre el ya de por sí complejo lugar que tiene en la sociedad un ex detenido desaparecido quiera reducirse a un dedo acusador hacia quienes conocieron el infierno (y volvieron para contarlo).
No es la primera vez -por otra parte- que el diario Perfil recibe acusaciones sobre brindar informaciones falsas: que el actor- animador Fabián Gianola se depila el pecho, que Jorge Dorio se tiñe. Son, aparentemente, cuestiones menos importantes. Pero siempre, por algo se empieza.
La carta de Ana Longoni enviada a Perfil:
Señor Director de El Observador
Diario Perfil
Me dirijo a usted a fin de solicitarle la publicación en el próximo número de El Observador de la siguiente nota aclaratoria, en la que rectifico algunas afirmaciones que erróneamente se me atribuyen en la entrevista publicada el pasado domingo.
Lo saluda atentamente,
Ana Longoni
Nota aclaratoria
El domingo pasado (11/3/2007) apareció en El Observador una extensa entrevista que me hiciera Juan Terranova acerca de mi último libro, Traiciones. La figura del traidor en los relatos acerca de los sobrevivientes de la represión. Allí propongo algunas hipótesis críticas acerca de las circunstancias que dan lugar a que se estigmatice a los escasos detenidos sobrevivientes de los campos clandestinos de detención de la última dictadura como traidores.
Me veo ahora forzada a solicitar la publicación de esta aclaración debido a que no me identifico en lo más mínimo con la frase entrecomillada que me atribuye el título (“No se soporta decir que los desaparecidos delataron”), la que incluso puede leerse en abierta contraposición al planteo que sostengo. Lo que digo en el libro –y repetí en la entrevista, en el marco de otros argumentos sobre la dificultad social de escuchar a los sobrevivientes- es que en general se elude pensar en la efectividad de la tortura irrestricta e ilimitada como cruento y sistemático método para aterrorizar, arrasar la condición humana y también arrancar información a los prisioneros (hayan éstos sobrevivido o no).
Otros pasajes de la entrevista también tergiversan o manipulan lo que dije, y entre ellos me resulta particularmente doloroso el siguiente: “Se sabe que hasta un 95 % de los detenidos hablaron”. ¿Cómo podría yo sostener semejante estadística? Lo que cité es el testimonio preciso de dos sobrevivientes que estiman que una abrumadora mayoría de los secuestrados (y de ninguna manera todos) daba algún dato a los represores como forma de paliar mínimamente el horror de la tortura. Al traerlo a colación apuntaba justamente a desarticular la frecuente asociación entre traicionar y dar alguna información en medio de la tortura.
Extrapolar esa cita y sacarla de contexto la convierte en lo contrario: una insostenible y descuidada acusación. Todo mi esfuerzo intenta justamente evitar binarismos esquemáticos (como el que asocia al sobreviviente con un traidor y al desaparecido con un héroe). Nada más distante de mí que juzgar y condenar los comportamientos humanos sometidos a la atroz experiencia concentracionaria.
Debido a lo extremo y delicado del asunto abordado, que involucra la circunstancia de la vida y la muerte de miles de personas, es que considero imprescindible aclarar mi posición para evitar equívocos.
Ana Longoni, 14 de marzo de 2007.
Lila es la Directora, junto con María Moreno, de la colección Militancias de Editorial Norma, que publicó recientemente el libro de Longoni "Traiciones. La figura del traidor en los relatos de los sobrevivientes de la represión".
Los hechos son que Ana Longoni brindó una entrevista al suplemento El Observador, del diario Perfil que fue publicada el domingo último. Al parecer el periodista Juan Terranova (autor de la nota) puso en su boca palabras que ella no dijo.
¿Serán errores de edición o malasintenciones? No es menor que un análisis sobre el ya de por sí complejo lugar que tiene en la sociedad un ex detenido desaparecido quiera reducirse a un dedo acusador hacia quienes conocieron el infierno (y volvieron para contarlo).
No es la primera vez -por otra parte- que el diario Perfil recibe acusaciones sobre brindar informaciones falsas: que el actor- animador Fabián Gianola se depila el pecho, que Jorge Dorio se tiñe. Son, aparentemente, cuestiones menos importantes. Pero siempre, por algo se empieza.
La carta de Ana Longoni enviada a Perfil:
Señor Director de El Observador
Diario Perfil
Me dirijo a usted a fin de solicitarle la publicación en el próximo número de El Observador de la siguiente nota aclaratoria, en la que rectifico algunas afirmaciones que erróneamente se me atribuyen en la entrevista publicada el pasado domingo.
Lo saluda atentamente,
Ana Longoni
Nota aclaratoria
El domingo pasado (11/3/2007) apareció en El Observador una extensa entrevista que me hiciera Juan Terranova acerca de mi último libro, Traiciones. La figura del traidor en los relatos acerca de los sobrevivientes de la represión. Allí propongo algunas hipótesis críticas acerca de las circunstancias que dan lugar a que se estigmatice a los escasos detenidos sobrevivientes de los campos clandestinos de detención de la última dictadura como traidores.
Me veo ahora forzada a solicitar la publicación de esta aclaración debido a que no me identifico en lo más mínimo con la frase entrecomillada que me atribuye el título (“No se soporta decir que los desaparecidos delataron”), la que incluso puede leerse en abierta contraposición al planteo que sostengo. Lo que digo en el libro –y repetí en la entrevista, en el marco de otros argumentos sobre la dificultad social de escuchar a los sobrevivientes- es que en general se elude pensar en la efectividad de la tortura irrestricta e ilimitada como cruento y sistemático método para aterrorizar, arrasar la condición humana y también arrancar información a los prisioneros (hayan éstos sobrevivido o no).
Otros pasajes de la entrevista también tergiversan o manipulan lo que dije, y entre ellos me resulta particularmente doloroso el siguiente: “Se sabe que hasta un 95 % de los detenidos hablaron”. ¿Cómo podría yo sostener semejante estadística? Lo que cité es el testimonio preciso de dos sobrevivientes que estiman que una abrumadora mayoría de los secuestrados (y de ninguna manera todos) daba algún dato a los represores como forma de paliar mínimamente el horror de la tortura. Al traerlo a colación apuntaba justamente a desarticular la frecuente asociación entre traicionar y dar alguna información en medio de la tortura.
Extrapolar esa cita y sacarla de contexto la convierte en lo contrario: una insostenible y descuidada acusación. Todo mi esfuerzo intenta justamente evitar binarismos esquemáticos (como el que asocia al sobreviviente con un traidor y al desaparecido con un héroe). Nada más distante de mí que juzgar y condenar los comportamientos humanos sometidos a la atroz experiencia concentracionaria.
Debido a lo extremo y delicado del asunto abordado, que involucra la circunstancia de la vida y la muerte de miles de personas, es que considero imprescindible aclarar mi posición para evitar equívocos.
Ana Longoni, 14 de marzo de 2007.
7 feb 2007
Bordaberry
Por
Paula Carri
El abogado del dictador Juan María Bordaberry, Diego Viana, apeló ayer la imputación sobre 10 homicidios cometidos durante su mandato. La apelación se llevó a cabo en el último día de plazo ante el juzgado penal a cargo de la Jueza graciela Gatti.
Bordaberry cumple arresto domiciliario, concedido debido a un problema estomacal, en la casa de su hijo Pablo.
El dictador uruguayo ya fue procesado preventivamente por los asesinatos de los ex legisladores Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz y también por los de los ciudadanos uruguayos Rosario Barredo y William Whitelaw, que fueran secuestrados y asesinados en Buenos Aires.
Otros post sobre el tema:
Extranjeros en Argentina, en tiempos de dictadura
El sentido común de la justicia uruguaya y de mi Aryentina
La muralla uruguaya
Coup de thèâtre
Bordaberry cumple arresto domiciliario, concedido debido a un problema estomacal, en la casa de su hijo Pablo.
El dictador uruguayo ya fue procesado preventivamente por los asesinatos de los ex legisladores Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz y también por los de los ciudadanos uruguayos Rosario Barredo y William Whitelaw, que fueran secuestrados y asesinados en Buenos Aires.
Otros post sobre el tema:
Extranjeros en Argentina, en tiempos de dictadura
El sentido común de la justicia uruguaya y de mi Aryentina
La muralla uruguaya
Coup de thèâtre
12 dic 2006
Los funerales de Pinochet y el tiempo circular
Por
Paula Carri
El 13 de diciembre se cumple un nuevo aniversa- rio de la recupera- ción de Emiliano Lautaro Hueravilo Alonso, quien fuera dejado en el Hospital de Niños de la Ciudad de Buenos Aires (ex Casa Cuna)siendo un bebé recién nacido. Sus padres, Oscar Lautaro Hueravilo y Mirta Mónica Hueravilo habían sido secuestrados el 19 de mayo de 1977. Eran chilenos. Integran la triste lista de desaparecidos chilenos en Argentina.
El tiempo, que es uno y circular, marcó que Pinochet muriera el día en que se conmemoran los Derechos Humanos. Marcó que se estén realizando los funerales del dictador en Chile, el pais de Hueravilo y su esposa, mientras en Argentina se conmemora un nuevo aniversario de la aparición de Emiliano.
Mirta había dado a luz a Emiliano en la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada, uno de los principales centros de tortura que hubo en la dictadura argentina). Su hijo fue abandonado en la ex Casa Cuna por un blanqueo afortunadamente ilógico por parte de sus captores y retirado por sus abuelos inmediatamente. El matrimonio Hueravilo y su hijo fueron víctimas del terrorismo de estado que abarcó a la Argentina y Chile durante parte de la década del 70 y del 80.
La verdad es que los desaparecidos latinoamericanos sólo han tenido un destino sellado por dictadores. No han tenido lo que debe tener cualquier ser humano ante la muerte: Un funeral. Una tumba. La mayoría no conocieron cómo es tener 40 años, 50 años. Tener 91 años.
El 13 de diciembre de 1977, cuando la abuela recibió a Emiliano, notó que el bebé -como seña particular- tenía una marquita en la oreja. Se la había imprimido su madre, mediante un alfiler, con la esperanza de reconocerlo el día que ella, de una vez por todas, fuera libre.