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25 sept 2008

Ahumados

Flickr
A veces la sincronicidad de la vida misma es asombrosa, para bien y para mal. Estaba esta mañana charlando con Feni Rubio acerca del humo en Rosario y el delta del Paraná, para preparar el post que reescribo ahora. Porque entre nuestra charla y este momento transcurrió un accidente en la ruta 9. Hubo 5 muertos y 18 heridos. A consecuencia, presuntamente, del humo. El humo es humo, ya sea de la quema de pastizales o de neumáticos. Porque en el fondo derivan de lo mismo: de la combustión y de costumbres asentadas en la sociedad que el tiempo no ha extinguido. Hoy, antes del accidente, sobre el puente Rosario-Victoria, hubo necesidad de implementar tránsito asistido por las humaredas.
Desde la Municipalidad de Rosario (a través de Rubén Chababo y Gustavo Lafarge, de la Dirección de Derechos Humanos), en coacción con los vecinos, están implementando desde hace un par de semanas acciones ciudadanas para conseguir que no se prenda más fuego. Y por qué se prende fuego? Para preparar los campos para la siembra. Es un modo supuestamente barato, que no necesita -supuestamente- del trabajo del hombre y que es relativamente rápido. Y todos los "supuestamente" son porque en verdad, la quema de pastos le sale muy caro al gobierno, que debe disponer dotaciones e insumos para combatirlo. No es rápido, porque los incendios incontrolables llevan bastante tiempo en ser combatidos del todo. No necesitan poca mano de obra, sino mucha. Todavía recuerdo la cadena humana con baldes de agua que se tuvieron que armar en este año. Y hay una razón principal, que nos afecta a todos. Y cuando digo todos no hablo de los rosarinos, ni de los argentinos, sino del mundo. Porque la globalización no es buena en todo: una acción en un punto del planeta trae consecuencias en el otro. Y en poco tiempo.
En el blog No a la quema, puede leerse más sobre este tema, firmar la carta de adhesión (al final del blog No a la quema) para pedir que se termine con esta modalidad tan perjudicial e ir siguiendo las diferentes acciones a las que se irán convocando desde allí. La ribera del Paraná ya ha soportado el conflicto de las papeleras, diferentes residuos fabriles, y demás males. No sería justo dejar todo lo que puede hacerse tras una cortina de humo. Ni siquiera en pos de una cosecha sojera abundante. Y aquí es pertinente recordar que hay otra costumbre que se perdió y es la rotación de potreros: no destinar la misma tierra para la misma siembra todos los períodos, porque esto le quita humedad y deteriora sus nutrientes.
No es necesario esperar para actuar a que el humo se respire -como ha pasado- en Buenos Aires. Ni que haya calor extremo en Europa por la tala de Amazonas brasilero. Ni que Rosario deje de tener una ribera hermosa. Porque en este mundo globalizado, Rosario somos todos.

28 mar 2008

La condición humana


Juro que no conocía el discurso que daría la presidenta Cristina Fernández de Kirchner esta noche, pero cómo se parecen mis conceptos de ayer, en el post anterior, con algunos tramos de su discurso. Es porque el sentido común es uno solo:

"Cuba, Evo, Chávez, no tienen nada que ver con los pequeños productores. Este modelo de país es lo que proponen los candidatos cada cuatro años en las elecciones. Yo les dije que quería continuar la obra de ese hombre que está sentado allí, y que llevó a la Argentina, desde el infierno, a ésto que no sé si será el purgatorio o la entrada al cielo, pero que es una Argentina diferente."

"Siempre he creído que cuatro son las condiciones que caracterizan la condición humana: racionalidad, sinceridad, sensibilidad y responsabilidad. Todos tenemos que actuar bajo estas premisas."
"Entonces, el primer ejercicio que debemos hacer todos, es decir la verdad a todos. Este gobierno otorga compensaciones a tamberos, a productores, para poder sostener el precio interno de la carne, la leche y el pan. Cómo vamos a estar en contra del problema del pequeño productor?"
Si querés leer el discurso completo, acá.

20 jun 2007

Tres hermanas provincianas

La plata no alcanza para nada. Pero basta que quiera uno utilizar un buen porcentaje de un billete de 100 en algo, una lata de pintura impermeabilizante, por caso, para que la respuesta sea: -noooo, no hay cambio.
No sabía por qué había ido hasta el banco que quedaba a 5 cuadras en vez de el super chino que estaba a la vuelta. Si yo a mi ex barrio lo conocía tan bien. Pero fui al banco. En la fila descubrí que existía alguien más pajuerana que yo para los trámites. Estaba de espaldas a mí, mirando a la cajera. Le decía: que tenía que hacer un depósito pero que no recordaba el número de su cuenta, que ¡hay! si encontrara alguna boleta vieja sería más fácil, que si no le daba un documento. Faltaba que le ofrezca a la atosigada cajera alguien que atestigue que ella era ella. Pero, claro, no sabía que tenía un conocido en la fila. Pero enseguida encontró un ticket viejo, la cajera dijo su nombre y ahí comprendí todo. Era mi antigua compañera de secundario. Aplicada, casi mejor promedio, casi la más chic del colegio (si no fuera por su hermana mayor), casi la más comprensiva, casi la más descreída de sí. ¡Paula! nos dijimos cuando se dio vuelta. En el nombre, éramos iguales.
-Dale, hace tu trámite, te espero.
No era porque tuviera mucho tiempo. Debía estar en el centro de kinesiología en tres cuartos de hora. Pero cómo no me iba a esperar.
-Ví la nota sobre el cura Von Wernich, me dijo. -Mi padrino, el represor!, agregó con una sonrisa burlona.
-Sí, en unos días empieza el juicio oral. ¿Había sido tu padrino de egreso? No recordaba ese detalle.
No recordaba tampoco las reflexiones acertadas de Paula y su dureza de carácter. Su calma aún en la prisa. Su belleza tranquila y su destreza en la vida cual surfista entre la ola. No recordaba esa postura provinciana con que intercambiábamos -entre sonrisas de felicidad y extrañamiento- noticias de su hermana dermatóloga de 'estrellas' con la que trabajaba a veces (porque "mucho con los hermanos no está bueno, viste?" me había dicho), su otra hermana curadora y crítica de modas. De la mía socióloga y de la cineasta. De mi "avance interruptus" profesional.
-Che, no pude ir la vez que se reunieron los de nuestra promoción, me disculpé.

Me contó detalles de vidas ajenas narrados a las apuradas. Mudanzas y desengaños amorosos que me resultaba imposible asimilar. Nombres que recordaba para rostros que ahora serían diferentes y adultos.
-En fin, a casi todos les fue mal- resumió.
¿Cómo nos va, según tu certera vara, Pau?. Tuve ganas de preguntarle varios diagnósticos. Pero la dejé ir. Se le haría tarde.
-Sí, mejor me tomo el subte. Esperá, ¡Uia! ¿qué le pasa a ésta que se sentó en el escalón? Está descompuesta. Andá, Pauli.
Me fui. La dejé en la puerta del subte con su apuro y sus nociones de medicina.

Quedaron flotando en el aire nuestro pasado de pueblo chico e infierno grande y no del todo conocido (sobre todo en la parte del infierno). Nuestro final de quinto año, cuando de una cariñosa pero exigente pateadura nuestros familiares nos habían enviado del medio del campo a Santa fe y Callao sin escalas.
Nuestra tácita unión por ser las del medio de tres hermanas provincianas.

19 mar 2007

¿Donde?

Los recuerdos son más astutos que una rata. Se esconden, se escabullen. Y un día, vuelven.

Cuando secuestraron a Roberto y Ana -en Buenos Aires, 1977-, mi hermana Andrea y yo despertamos en lo de mis abuelos paternos (a quienes nos habían entregado los militares) buscando La Nación, sección avisos fúnebres. Buscábamos los nombres de nuestros padres bajo una cruz. Estábamos también con mi hermana menor. 13, 11 y 3 años eran nuestras edades. Ya sabíamos que había desapariciones. Roberto y Ana nos habían informado de ello, también de los riesgos de vida. También que había militantes que estaban en cautiverio hacía un tiempo. Pero nosotras los buscábamos en los fúnebres. En la calle cada vez que salíamos. En cada noticia que daban en la tv. En cada llamado telefónico. Y en cada timbre que sonaba en la casa de los familiares por los que deambulamos hasta que fuimos a parar al campo.

El contexto, político sobre todo, en el cual desapareció Jorge Julio López no es igual que el de fines de la década del 70. Pero López también desapareció. No está en ninguna parte, dijo Videla una vez.
La sensación -de mierda- de estar en la nada, frente al secuestro de un ser querido, era dolorosa. Pero luego lo fue mucho más." Lo peor es la incertidumbre", escuché decir a los familiares de López hace dos días, negando lo que, tal vez, ya sea un hecho. No hay certeza, no hay cadáver, no hay noticias. No se quiere afirmar. No se puede afirmar, en relación a los 6 meses de la desaparición de López. Porque resulta increíble, inconcebible. Porque estamos en democracia. Hace rato. Porque el de López no era el primer testimonio de los Juicios de la Verdad. Porque, ¿quién subestimó los riesgos: El Estado, el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, los organismos de derechos humanos, todos los ciudadanos?

El otro recuerdo-rata me lo manda mi hermana Albertina por mail. Van a editar un libro con confesiones de personas de la cultura, o algo así. Ella, junto a sus confidencias, seleccionó fragmentos de la correspondencia que tuvimos con nuestros padres mientras estaban secuestrados. En la carta que les escribí, les cuento, detalladamente, nuestros horarios en el campo. Y ahí va llegando el recuerdo, como un tornado esta vez. Me aturde por un rato y no me deja identificar contextos, cuerpos, momentos políticos.

Mi finalidad era tener un contacto con mis progenitores. No podía tenerlos conmigo, no podía verlos, no podía saber dónde estaban ni cómo. Pero -si la carta les llegara- ellos podrían saber que nosotras a las 9 estaríamos desayunando, que a las 10 haríamos gimnasia, que a la 1 almorzaríamos. Que si el día fuera lindo estaríamos en la pileta a las 16. Yo había pensado: tal vez ellos no estuvieran tan vencidos y pudieran pensar en nosotras cuando desayunábamos. Cuando nadábamos. Cuando yo pensaría, a las 16, que me imaginaban nadando. Mientras nadaba. Y me sentiría menos sola. Sería la única certeza recíproca que tendríamos.
Ahora el tornado me suelta y yo digo: Madre, viste, "la chiquita" -como todavía le dice Andrea mientras yo me enojo- va con sus películas a Cannes. Padre, tranquilo, que hay niños varones en la familia.

Son las 9. Desayunamos.

Padres, ¿está acaso López ahí?
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5 ene 2007

Posteos post-campo





Estuve en el campo, por eso posté poco. Me salvé del calorón. Entre foto y foto, más de 20 años. Menos la de los caballos que es muuucho más antigua (la mujer es mi abuela...). La silla de las fotos? sigue bien, gracias