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A veces la sincronicidad de la vida misma es asombrosa, para bien y para mal. Estaba esta mañana charlando con Feni Rubio acerca del humo en Rosario y el delta del Paraná, para preparar el post que reescribo ahora. Porque entre nuestra charla y este momento transcurrió un accidente en la ruta 9. Hubo 5 muertos y 18 heridos. A consecuencia, presuntamente, del humo. El humo es humo, ya sea de la quema de pastizales o de neumáticos. Porque en el fondo derivan de lo mismo: de la combustión y de costumbres asentadas en la sociedad que el tiempo no ha extinguido. Hoy, antes del accidente, sobre el puente Rosario-Victoria, hubo necesidad de implementar tránsito asistido por las humaredas.
Desde la Municipalidad de Rosario (a través de Rubén Chababo y Gustavo Lafarge, de la Dirección de Derechos Humanos), en coacción con los vecinos, están implementando desde hace un par de semanas acciones ciudadanas para conseguir que no se prenda más fuego. Y por qué se prende fuego? Para preparar los campos para la siembra. Es un modo supuestamente barato, que no necesita -supuestamente- del trabajo del hombre y que es relativamente rápido. Y todos los "supuestamente" son porque en verdad, la quema de pastos le sale muy caro al gobierno, que debe disponer dotaciones e insumos para combatirlo. No es rápido, porque los incendios incontrolables llevan bastante tiempo en ser combatidos del todo. No necesitan poca mano de obra, sino mucha. Todavía recuerdo la cadena humana con baldes de agua que se tuvieron que armar en este año. Y hay una razón principal, que nos afecta a todos. Y cuando digo todos no hablo de los rosarinos, ni de los argentinos, sino del mundo. Porque la globalización no es buena en todo: una acción en un punto del planeta trae consecuencias en el otro. Y en poco tiempo.
En el blog No a la quema, puede leerse más sobre este tema, firmar la carta de adhesión (al final del blog No a la quema) para pedir que se termine con esta modalidad tan perjudicial e ir siguiendo las diferentes acciones a las que se irán convocando desde allí. La ribera del Paraná ya ha soportado el conflicto de las papeleras, diferentes residuos fabriles, y demás males. No sería justo dejar todo lo que puede hacerse tras una cortina de humo. Ni siquiera en pos de una cosecha sojera abundante. Y aquí es pertinente recordar que hay otra costumbre que se perdió y es la rotación de potreros: no destinar la misma tierra para la misma siembra todos los períodos, porque esto le quita humedad y deteriora sus nutrientes.
No es necesario esperar para actuar a que el humo se respire -como ha pasado- en Buenos Aires. Ni que haya calor extremo en Europa por la tala de Amazonas brasilero. Ni que Rosario deje de tener una ribera hermosa. Porque en este mundo globalizado, Rosario somos todos.