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Hay un compañero que baile que siempre sabe cómo anda uno (y no precisamente en el baile del tango sino en la vida, en sus relaciones)
Ni bien se sale a bailar con él, traduce:
-Lindo, nena. Pero hoy te me estás colgando.
Entonces una trata de relajar el brazo por encima de su hombro, erguir más el torso, tensionar el estómago.
-Ahora está mejor. Así vas bien, ves?
O si no:
-Bravo! No tengas miedo, es un abrazo. Nada más. No te asustés...
Otro día:
-Entendiste las marcas, pero tenés que aprender a confiar. No, no te vas a ladear. Dale, que en el próximo tango nos mandamos con cambio de frente. Vamos juntos. Yo te marco. Vos, confiá!
Siempre me quedo con la intriga (porque mientras se baila no se habla):
¿Éste es psicólogo, o el tango es de no creer?
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