ARYENTINA
de Paula Carri
15 nov 2006
De olas, tsunamis, paraísos y subdesarrollo
Por
Paula Carri
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Informan los medios, entre ellos
Reuters
, que se produjo hoy un nuevo alerta debido al peligro de Tsunami en la costa del Pacífico de Japón. Una ola de 40 cms se produjo en la isla japonesa Hokkaido, luego de un sismo en las islas Kuriles, en el norte del Pacífico. El alerta predice olas de 2 metros de altura.
En un momento en que los canales de documentales estaban recuperando su aficción por los informes sobre las playas (ahora que en nuestro pais se avecina el verano), las olas y los surfistas, un nuevo peligro amenaza con convertir los originalmente paraísos turísticos en protagonistas de las noticias más catastróficas de los últimos años, al menos en lo que se refiere a fenómenos naturales.
En América Latina también tenemos nuestra pequeña gran ola, una suerte de tsunami natural, que afortunadamente se mantiene estable, se produce durante enero y febrero, en la desembocadura del Amazonas y cuando hay luna llena. Se produce una baja en la marea. El río empuja hacia afuera el mar. Después, la marea regresa enfurecida y forma la ola enorme llamada Pororoca. El río es ancho pero no tanto para que ella pase. Se alza entonces la Pororoca, al llegar desde mar abierto.
Este fenómeno se produce dos veces al día y las olas llegan a medir entre 3 y 4 metros. Arrasa con árboles enteros y deja lagartos, culebras y todo tipo de insectos y bichos depredadores.
Los habitantes de Sao Domingo de Capim, al noreste de Brasil, donde la Pororoca se manifiesta en su esplendor, ya hartos de lo que deja la ola cuando cambia la luna, han construido una estatua junto a la iglesia de la ciudad. Es parecida al Cristo del Corcovado, solo que un brazo está extendido en dirección al río, como diciendo detente. Dicen algunos lugareños que desde la existencia de la figura, la ola es más pequeña. Otros, en cambio lo adjudican a que la selva está cada vez más deforestada.
Para los surfistas de todo el mundo la Pororoca es "la ola". Pero es una ola "alternativa"... No es la ola transparente, refrescante. Es marrón y trae riesgos de picaduras de seres vivos. A pesar de todo esto, los surfistas la eligen con fanatismo. Porque es deliciosamente remontable y con tubos que la convierten en cotizada. Sobre todo por su duración: En el último campeonato de surf en Capim, la ola fue surfeada durante 37 minutos y en un recorrido de 12 kilómetros.
"No me cabe la menor duda de que el Surf, más allá de ser un deporte, es una forma y filosofía de vida en la que el hombre desconecta de la adaptabilidad de la vida social para entrar en contacto con la naturaleza y su verdadera y más pura identidad. Una vida en la que las olas, el mar y el encuentro con uno mismo pasan a hacerse hábitos para luego convertirse en prioridad", sostiene el surfista
Israel Santana.
"Algo procedente del exterior le ha ocurrido al mar, o a la conciencia -los pensamientos o el viento-, y se produce el caos. Pero el caos siempre está en la superficie. En las profundidades no hay oleaje."
"El arte del surfing es moverse con las olas y no contra elllas. Con ellas...hasta llegar a un punto en el que no te diferencias de elllas. El surfing se puede convertir en una gran meditación. Te puede proporcionar vistazos del interior, porque no es una lucha, es un dejarse llevar".
Osho
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