¿Cómo se es a los 12 años? Trato de recordar. A los 12 años se siente un poco de vergüenza de todo; a los 12 años ya no se juegan con muécas ni con autitos, pero se añora la comodidad de la niñez; a los 12 todo se vuelve intenso y terrible; a los 12 años no se piensa ni se imagina siquiera lo que es tocar a otro cuerpo, ni ser tocada o tocado, a los 12 años se es hijo o hija; a los 12 años los padres son imprescindibles, el consuelo púber es urgente y la contención absolutamente necesaria: a los 12 años nadie puede consigo mismo, todavía.
Cómo, pregunto entonces, cómo hará esa niña, con la violación a la que fue sometida? ¿Y cómo hará, peor, mucho peor aún, con la condena que le acaban de imponer? ¿Por qué no le permitieron recomponer su destino? Cómo hará, con el castigo de imponerle que debe crecer de golpe, porque quien la violó así lo ha indicado. Cómo, porque además le faltan medios. Y hasta para sufrir hace falta dinero. Y para criar un hijo, y encima siendo niña y sola, hace falta más dinero. ¿Cómo hará, pregunto, para vivir esa vida que la justicia le impone, siguiendo los pasos que dictaminó un delincuente?