Lo cruzamos un día por la calle. Mi hijo mayor, en su cochecito de bebé, y yo. Salíamos, como una mañana de tantas, a hacer compras. Ibamos felices, cuando de frente, por una calle de Palermo, nos topamos con Videla y su mujer. "hijo de puta" le grité. Y me sorprendí, porque no me lo esperaba. Ni a él ni a mi grito. Nunca había estado muy segura que haría si me cruzaba con alguno de estos tipos. Por suerte lo pude putear. El siguió como si nada. Yo hice una cuadra y me arrepentí de no haberlo seguido un poco más, puteándolo. Me volví con el carrito cual fórmula uno. Pero ya se había perdido por las calles.
Hoy, le dictaron prisión perpetua. A él y a Menéndez. Y a otros represores más.
Hoy, mi hijo, el del carrito, cumple 16 años. Sin duda, esta sentencia es un buen regalo histórico.