26 mar 2008
Tocar el cielo
Por
Paula Carri
Anoche estaba en el encuentro Start Me Up Argentina (gracias Juan Lanteri por la invitación) cuando me llegó el primer mensaje de texto desde Pueyrredón y Juncal: había cacerolazos en apoyo al paro del campo. Luego se sucedieron los sonidos de las tapas de ollas en otros puntos de la ciudad y mi N95 casi hechó humo leyendo las noticias en el móvil. El twitter, como siempre, fue una buena fuente de información. Adentro, la convocatoria del SMUA fue grande, las exposiciones correctas, las preguntas variadas y lo prometedor del encuentro (sobre todo por el próximo elevator pitch del STMUA) generó optimismo. Afuera, el desconcierto, la sensacion de desadecuación de los argentinos y, una vez más, la vulnerabilidad de la clase media mandándose macanas: queriendo beneficiarse pero eligiendo lo que beneficia a otros, creyendo que hacer patria es exigir que no les toquen el...bolsillo, aterrándose por no tomar leche un día, exigiendo todo el tiempo "que se vayan todos" como la única solución posible, alimentando la psicosis colectiva con la imprevisibilidad que generan actos impensados e infantiles.
Cuando el afuera y el adentro se mezclaron, caminamos con algunos de SMUA a una de las parrillas de Palermo. Uno de los concurrentes preguntó: "quieren comer carne u otra cosa", mientras yo me preguntaba si todavía habría carne en las parrillas de Palermo. Había. Comimos. Del otro lado del Botánico, en la zona más cheta de Palermo, sonaban aún cacerolazos. No tenían campo, algunos. Pero sí 4x4. Por carácter transitivo pasaba a ser lo mismo, no? No sé por qué, me acordé de la canción de Los Cadillacs: "es la vida, no queremos sufrir, queremos tocar el cielo". Pero cuidado. El cielo no se toca con la tapa de una olla. Para mí (parafraseando a "sin inteligencia no hay cielo") el cielo se toca con inteligencia y madurez. Y tal vez, con retenciones.