1 oct 2007
Esa mujer
Por
Paula Carri
En medio de las manifestaciones que se están sucediendo en Myanmar -ex Birmania- el nombre de Aung San Suu Kyi vuelve a ocupar el centro del liderazgo de los manifestantes que luchan contra la dictadura que impera en el pais. Mientras se repite la frase "el General Aung San nunca habría ordenado al ejército que matase al pueblo" (en referencia a su padre, quien firmara el tratado de independencia con gran Bretaña en 1962) Aung San Suu Kyi, desde su arresto domiciliario apoya a los manifestantes.
Suu Kyi Se reunió ayer con el enviado de la ONU, Ibrahim Gambari. El 22 de este mes, la mujer ha podido asomarse a la puerta de su domicilio. Vestida con un longhi, vestido tradicional unisex que es una especie de pareo anudado en un costado, rindió homenaje a los monjes reprimidos durante las manifestaciones que se originaron en los reclamos por los aumentos en el combustible y los transportes. Las victimas en las manifestaciones suman -oficialmente- 13 muertos.
Aung San Suu ha sido graduada en Oxford, recibió formación cristiana y budista. Pertenece a una familia poderosa económica e intelectualmente. Es la referente por excelencia del partido Liga Nacional para la democracia (LND,) que ganó las elecciones de forma aplastante en 1990. Sin embargo, la dictadura de Myanmar desconoció los resultados y la encarceló. En el año 1991 le otorgaron el premio Nobel de la Paz. Actualmente y desde el año 2003, se encuentra bajo arresto domiciliario.
Los acosos a los que fue sometida con la finalidad de que decidiera exiliarse, fueron desde la prohibición de comunicarse hasta dejarla por temporadas sin agua ni luz. Pero ella sistemáticamente se negó a abandonar la República. Vivió largos años de separación forzosa de su esposo (un profesor británico) y no pudo despedirse de él antes de que la muerte lo llevara, víctima del cáncer. Las autoridades birmanas se habían negado a otorgarle la visa, pensando que con esa presión, la líder terminaría abandonando el pais. Sin embargo, San Suu Kyi fue capaz de soportar todavía más. Ha visto a sus hijos, residentes en Londres, contados minutos en los últimos años y en aeropuertos o lugares carentes de privacidad.
Aún cuando algunos se hagan ecos de teorías descabelladas que ven en Suu Kyi un "títere del imperialismo", ahí está la realidad de sus sacrificios, del pueblo birmano que la apoya y para quienes representa una guía política y espiritual.
"No hay nada que pueda compararse con el valor de las gentes normales cuyos nombres son desconocidos y cuyos sacrificios pasan inadvertidos. El valor que se atreve sin el reconocimiento, sin la protección de la atención de los medios, es un valor que humilla e inspira y reafirma nuestra fe en la humanidad. Tal valor es lo que he visto años tras años." Aung San Suu Kyi.