flickrAyer, desde su blog en 20minutos, Arsenio Escolar se dedicó a hablar del tiempo. No del tiempo como espacio temporal ni en su sentido filosófico. Sino de los cambios climáticos, ese tema que solo estaba destinado a nuestras tías con tiempo libre para disertar sobre el asunto y mirar a ver si llueve, parece que debería empezar a inquietarnos a todos.
Advierte Escolar que los inviernos ya no son tan crudos, que los cerezos florecen en enero en Nueva York, que las pistas de esquí cierran por falta de nieve en plena temporada, y que las hojas de los árboles suelen caer con dos meses de retraso. También señala que estos cambios afectarán en breve nuestra economía y nuestro estilo de vida.
Al menos en Argentina, los cambios climáticos de los últimos años no han afectado solo la tierra de nuestros campos sino la economía. Estaba regresando de un campo en la provincia de Buenos Aires, donde conozco a los vecinos. Hablábamos con algunos de ellos sobre el precio de la tierra por allí. "Es una ventaja que esta zona sea de campos altos", se me ocurre decir. Error. Ahora los campos que valen son los bajos, los que tienen una laguna en medio, los que lucen lotes en barranca, aquellos que permiten afrontar el mal más temido en la Provincia de Buenos Aires: la sequía.
Tiene razón Escolar, "la Tierra está cambiando con nosotros adentro". La tierra también. Los cambios son inesperados y sin lógica aparente: hoy inundación, mañana sequía y así. Como consuelo, podemos ver las catástrofes naturales casi en directo a través de YouTube o cualquier sitio similar.
"¿hasta dónde llegará el avance de la tecnología? ¿Qué pasará si avanza y avanza?" preguntó el otro día un niño.
"No lo sé", le respondieron. "Tal vez alguien lance una convocatoria a través de la red (de esas masivas que se producen a diario) y al pedido de: uno, dos y treees, le demos un martillazo a nuestra PC o nuestro objeto inobjetable preferido".
¿No habrá una solución intermedia? ¿qué tal una decisión política sobre la protección del medio ambiente?