1 may 2010
El bárbaro Baricco
Por
Paula Carri
A 15 minutos de las 5 de la tarde de ayer, se inició la última de las conferencias que brindó el filósofo y escritor italiano Alessandro Baricco -autor del monólogo Novecento, de la novela Seda,Tierras de cristal, Oceano Mare, Esta historia, Sin sangre, City, Homero, Ilíada y de los ensayos Next y Los Bárbaros-en este viaje a Argentina.
El público que se acercó para ello al auditorio de la Fundación OSDE (en el edificio pegado al Sheraton Hotel, en Retiro) era más heterogéneo que el del lunes último -cuando estuve en su anterior presentación en la Feria del Libro-, pero la convocatoria era amplia y el título del encuentro, bien interesante para quienes seguimos de cerca a este autor en sus conceptos sobre la modernidad, la globalización y las mutaciones producidas en gran parte por la Internet: "Las mutaciones en el mundo de hoy".
Baricco estaba cómodo, se sentía más adaptado en relación al primer día de la Feria del Libro, donde también estuve presenciando su charla.
En la primera fila estaba el profesor y sociólogo Luis Alberto Quevedo, uno de los mentores de la venida de Baricco a Buenos Aires.
El auditorio estaba casi lleno. La inscripción era gratuita pero con inscripción previa. La media de publico andaba por los 60 años, a excepción de algunos que, como yo, intuimos que esta charla sí tendría verdadera pulpa. Y así fue.
Intentaré contarles -y de paso recomiendo que lean Los Bárbaros, sobre todo si les interesa Internet y sus cambios positivos-a grandes rasgos su conferencia:
Escribí Los Bárbaros -contó-recogiendo pensamientos que tenía siempre en mi cabeza. Había una sensación de lo que es escasamente significativo, vano. Por ejemplo, la política ya no se hacía en la plaza, se hacía en un estudio de tv, en pocos minutos. El fútbol había pasado a ser un espectáculo poseído por el dinero. Registrábamos entonces una pérdida de sentido. Por qué, me preguntaba, arrojamos nuestro patrimonio de sentido? Por qué destruir la propia significación? Intenté entonces explicar que no somos una significación.
No voy a resumirles el libro -porque quiero que lo compren-, dijo a continuación el filósofo- así que les hablaré de 3 o 4 síntomas que explican que no somos una civilización:
El MP3:
no ocupa espacio y puede ser transmitido de una persona a otra a velocidad. Para alguien que vive el sonido de calidad, esto es un asesinato. Porque estamos destruyendo el 60% de lo que escuchamos en pos de la velocidad. Hemos reducido nuestra capacidad de escuchar -dijo Baricco, quien es además un exquisito experto musical- Por eso podría explicarse lo de los auriculares, como es más chiquita, me la disparo directamente en el cerebro, para un efecto directo.
Otro síntoma es
El caballo en relación a los automóviles.
Con el caballo vos silbabas y él venía. No contaminaba y cuando envejecía él mismo producía otro ejemplar que cumpliría la misma función cuando él no pueda. Pero inventamos el automóvil. Por qué? porque tenía el valor de la velocidad.
Más síntomas,
El multitasking (esta cronista subió un video de esta parte a YouTube -fue muy divertido ese segmento-) :
Cuando poníamos un disco, debíamos insertar éste en el tocadiscos, poner la púa, girar la perilla...luego comenzar a escuchar. Entonces escuchábamos todo el disco, era obvio, luego de todo el trabajo que nos habíamos tomado. En cambio en la maquinita yo salto de un tema a otro de un discurso a una escena de Scorsese, de allí a una música, necesito velocidad. Y entonces tal vez viene mi primo y me dice: -Si, pero...y el sonido?
Y yo le digo: -andá a cagar!
Pprque la velocidad es lo que importa. Aunque cueste admitirlo. El mundo de los intelectuales, por ejemplo, está esquizofrénico. Se quejan del multitasking, se quejan de que no se lee más al Dante, pero salen de ese discurso y escriben en un iPhone. Terminan escribiendo en un teléfono!. Y algo semejante sucede en los colegios donde se enseña con un método antiguo, los chicos salen corriendo y enseguida sacan las aletas de pez, mutan...
El siguiente síntoma es
La búsqueda en la red:
Google directamente no se le podría haber ocurrido sino a un completo bárbaro.
"La búsqueda arroja los sitios más visitados". Si lo pensamos, es delirante. El sitio de Baricco, por caso. Es más relevante si entran una vez del NYT que si entra muchas veces la mujer de Baricco, que entra todas las mañanas. Y si alguien relevante, a su vez te linkea, entonces debes ser importante. Ese sistema en donde todos los humanos -menos los chinos- confían a la hora de hacer una búsqueda, es propio de bárbaros. Con este criterio decidieron ambos dos -Page y Brin- que esto era más importante, que este sitio era importante, por otros sitios que iban allí.
El surfing es un sistema típicamente bárbaro. Navegar, decimos en Italia. Vean como las palabras son precisas. Porque navegar transcurre en la superficie. Hemos destruido una civilización de siglos de antiguedad ganada por la profundidad, por otra superficial. Y entonces surfeamos, navegamos. Porque no hay paciencia, no hay profundidad. Y no está mal, no entiendo por qué quieren catalogar esta mutación como apocalipsis -dijo el director de la Escuela Holden-.
Todas las mutaciones son laboriosas, marcan cicatrices. Las grandes mutaciones hieren la sensibilidad, pero la lógica de la experiencia cambió. Cambiaron las palabras y los gestos. Fueron mutaciones que causaron muchísimas víctimas.
Evidentemente este es un camino difícil. Pero no necesariamente es un camino de barbarie. Escribí Los Bárbaros para convencerme de ello. Y para convencerlos a ustedes -concluyó-.
Luego llegaron las preguntas (entre ellas la de Quevedo, que está en el video superior)
Después, antes de partir aleteando, me firmó Novecento.