"Tenemos una resistencia natural a la ciencia del amor; y no nos gusta ver que obedece a ciertas reglas determinadas por el cerebro, como nos dice la neurociencia. Preferimos verlo como algo misterioso, poético y espontáneo, sobre lo cual no podemos tener ningun control. Entramos en un bar y vemos alguien que inmediatamente nos atrae. Nos gusta sentirlo como un ejercicio de elección personal, aunque haya evidencia científica que hoy demuestra lo contrario, porque parecería que nacemos con una especie de instinto de belleza. "
"Una de las explicaciones que se ha sostenido ( a la supuesta ceguera del amor) es que para ser felices necesitamos creer que estamos en la relación correcta con la persona indicada., con alguien que va a estar allí pase lo que pase. Pero para mantener esta creencia ante una realidad de compañeros que a veces decepcionan se necesita un escudo protector, que se arma con la percepción de virtudes especiales en la pareja. Una vez conseguido, este prejuicio a favor permite alejar las dudas o reservas aún antes de que se materialicen. Después de todo, pocas decisiones tienen un costo tan alto como el de atarnos a un compañero romántico en particular, y posiblemente en ninguna otra decisión atamos la satisfacción de nuestros objetivos y esperanzas a los de otra persona. Si uno va a insistir en ser realista a rajatablas, entonces el matrimonio posiblemente no sea para uno. "
De la entrevista realizada por Juana Libedinsky al psiquiatra inglés Rajendra Persaud, en el diario La Nación de hoy.