18 sept 2020

Las redes sociales y la regulación

Internet es libre. Y es así porque previa a toda discusión sobre si corresponde que lo sea, quienes tienen la sartén por el mango, o sea las propias redes sociales, así lo disponen. Teóricamente. En realidad es una falacia. Pero bueno, supongamos.

Ese espacio de libertad absoluta que se pretende es internet debería, al menos en los países que así lo pidan, adecuarse a sus leyes nacionales y adhesión a tratados internacionales que seguramente una abogada/o/e podría explicar mejor. Ya ha sucedido en otros países. Entonces el tema no es regular, eso no está bien planteado. El tema es respetar al país que le está dando acogida a la red. Argentina tiene unas leyes inclusivas que son motivo de orgullo, cuya piedra basal fue la Ley 23.592, conocida como ley antidiscriminatoria (que obviamente podría actualizarse para aggiornar orientación sexual e identidad de género, entre otros temas). Tenemos leyes ampliatorias de derechos que son maravillosas. Con lo que hay nos basta y sobra para empezar a desmotivar el discurso de odio. No hay que "regular internet", diputado/as, senadores/as. Hay que garantizar esas libertades.

Gestioné (con buenos resultados) por diez años la plataforma antidiscriminación en internet de Inadi, con gestiones que promediaron los mil casos al año. Me he metido en el barro. Y también conversé y acordé algunas veces sobre casos con los dueños de la sartén. Y he procurado la solución para víctimas que lo único que querían era que “saquen eso de ahí”: ese post, esas fotos, esos enlaces. Doloroso. Lo hemos logrado muchas veces. Y enviamos los casos al Ministerio Público Fiscal y a donde correspondiera, a través de los abogados/as/es del organismo siempre que fue necesario. El trabajo es de hormiga.

¿Cómo puede mejorarse? Con más presión de los Estados sobre las redes. No tenemos que regular nosotros, los Estados. Tienen que acatar ellos.
Lo enunciado arriba no tiene que ver con otro punto que se suele mezclar, que es el de las fake news y campañas de difamación orquestadas. Allí obviamente no hay un discurso de particulares, al menos no en su nacimiento. Allí las redes deben dar cuenta de otra manera, en algunos casos ya lo están haciendo. Incluso el “bombardeo” de avisos publicitarios está siendo puesto en duda. Por ejemplo, Twitter los prohibió en su plataforma en todo el mundo el año pasado.